El otro día la gente de Skip me preguntó por mi "Historia de guardarropas", y me costó mucho imaginarme sobre qué prenda hablar. La propuesta era que las mujeres, que tanto adoramos la ropa, contáramos la historia de una prenda que tenga un significado especial para nosotras; pero yo no tengo ninguna.
Toda mi ropa es así nomás, comprada en locales del conu y la mayoría está estirada o desteñida o es muy básica, me queda mal, etc. Tampoco heredé nada de mi abuela ni de mi mamá, porque las dos regalaron todo.
Pero aún así hay UN vestido que...
Era la víspera de mi primera cita con Maxi, y, sorpresa, no sabía qué ponerme. Tenía que ser algo que me hiciera flaca. El resto no me interesaba, obvio, como a toda gorda. Podía ser cualquier cosa, de cualquier material, siempre y cuando fuese negra y me hiciera parecer menos rechoncha de lo que soy, más alta y estilizada, más diosa para que Maxi no se diera cuenta de que tengo culo para cuatro y mido 1,20. Desde ya esta posibilidad es ridícula, pero las minas en nuestra mente retorcida creemos que, con la ropa indicada, todas somos Kate Moss.
Volvía a casa del laburo y entré a una galería de la Av. Sta Fé y en un local ví un vestido negro, tipo jumper, acampanado, con los breteles con pespuntes blancos y bolsillos ídem. Me quedaba incomodísimo, la tela berreta me daba electricidad, no era mi estilo y estaba muy caro, pero me sentí flaca y lo compré. En serio.
Al día siguiente estaba divina. El vestido, tacones negros, anteojos grandotes y el pelo su

elto, ondulado y muuuucho rimmel, onda fifties moderno wannabe (foto acá al lado). Fuimos a una muestra de fotografía con Maxi, donde conocí a su jefe. Después tomamos unos gintonic en Bar o bar y nos besamos.
Yo estaba convencida de que era porque el vestido me hacía un palo y eso me había dado la confianza como para ponerme en "modo cita" y coquetear, ser graciosa y todo eso.
Lo cierto es que desde aquel día pasaron mil cosas, y ahora que somos novios y tenemos confianza, empiezan a salir a la luz percepciones y cositas de cada uno, como lo que me comentó la semana pasada:
"¡Qué horrible ese vestido que te pusiste en nuestra primera salida, por favor! Yo te ví y dije epa, qué pasa acá? Te hacía como... MUUUUY goooooorda. Te digo que en un momento dudé eh... "
(morí por dentro)
"¿Y por qué me volviste a llamar?"
"Decidí darte otra oportunidad porque quizás era el vestido, aunque mi jefe me preguntó qué onda, si vos estabas...."
(hace seña de "embarazada")
"... pero... pero ¿por qué no me dijiste nada? ¡Yo pensé que me hacía flaca!"
"No, no, te hacía gordísima, no lo uses más porque aparte no es muy "Elena", no tiene nada que ver con vos".
Al vestido de mierda lo dejé en el fondo del placard y nunca volví a probármelo. Probablemente Maxi tiene razón y me queda horrible, pero no lo puedo tirar, porque me recuerda que siempre es mejor ser fieles a nosotras mismas.
Así que ahora salgo en jogging.
(no, mentira)
Oye no te vez gorda en esa foto!
Pero el vestido... no se, a mi no me gusto.
Aunque ya me metiste miedo, me compre un vestido todo negro y de mangas largas pk según yo me veo flaca, rayos :/