A mí me encantan las historias. De cualquiera, sobre cualquier cosa, largas o cortitas, graciosas o tremebundas.
Recién estaba mirando American Splendor y me dí cuenta de que tengo unas ganas locas de volver a este blog, así que lo voy a hacer. Y si no hay nadie, no importa, porque yo me porté mal y me fui y me lo merezco.
Ah, porque American Splendor cuenta la historia de Harvey Pekar, un historietista que hacía un comic sobre su vida en Cleveland, y contaba lo que hacía todos los días con una mirada ácida y pesimista y... sí, bueno, hola.
En el outlet Quilmes venden esas polleras que se hacen vestido y son reversibles, que en todos lados salen más de 100 mangos.
Siempre quise una, para cuando voy a la playa. No voy a la playa, porque no uso bikini, y para el caso ni loca me pongo pollera, ni mucho menos un vestido, pero esta prenda hace años que me viene tentando con la irresistible promesa de ser "multiuso".
- Hola ¿qué precio tienen estas polleras? ¿Són las que se hacen vestido, no?
- Sí, te las podés poner de distintas formas. Están 50 pesos.
- Son re lindas
- ¿Te la querés probar?
- No, no, tengo pelos en las piernas, ¡pero 50 pesos es un muy buen precio!.
Volviendo a American Splendor, es imperdible, es con Paul Giamatti, el gordito de Sideways que es genial.
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