Plan canje: Tu alma por dos lamparitas

1/26/2009
Hace menos de una semana me llegó la notificación para cambiar dos de mis lamparitas incandescentes por dos de las nuevas y fabulosas bajo consumo.

Si bien te dan un mes para realizar el trámite en Edesur, te mandan el cupón tres semanas tarde, por lo que el viernes pasado no tuve chance y me vi obligada a acercarme a sus oficinas.

Todo lo que digamos sobre las empresas de servicios públicos será insuficiente. Que el personal está tan poco capacitado que hasta parecería que en cualquier momento comenzará a babear en convulsiones resulta obvio, al igual que señalar el hecho de que es política de la compañía que la información esté lo menos accesible posible para que ellos puedan cagarte una y otra vez con la letra chica.

Al entrar, hay una única cola que te conduce al escritorio de informes, atendido por dos oligofrénicas que ya están cansadas, muy cansadas. En principio la gente se coloca aquí, pero enseguida intenta captar la atención de otros empleados para hacerles preguntas e intentar zafar del suplicio.

La mayoría están haciendo reclamos por facturas de 400 o 500 pesos. A esos les ofrecen un "plan de pagos", mientras ellos responden que es lo mismo, que en realidad lo que no pueden es pagar 400 o 500 pesos de luz y que en el noticiero habían dicho que el aumento no les iba a tocar a ellos.

"Entonces se la van a cortar a la luz, señora", escupe la rubia que abusa de la tintura de cajita, con cara de culo.

90 minutos después.... me dan un número. Hice una cola de hora y media para que me dieran un número. Varias viejas trataron de colarse y una con camisa animal print lo logró. La odio con toda mi alma, pero es vieja. Además, creo que ella había llegado antes que yo, sólo que en su desesperación por adelantarse, no se había puesto en la cola sino que había perseguido a una empleada por todo el local haciéndose la boluda a ver si la atendían.

Tengo el 36, van por el 27 y hay 3 personas atendiendo por reclamos, medidores, el plan canje de lamparitas, consultas por facturación, alta y baja de servicio. Uno de los que atienden se hace el boludo, así que quedan 2 y sólo resta esperar.

A mi alrededor lo que veo es mucha gente. Gente fea, mal vestida, triste, resignada, sucia, desprolija acostumbrada a ser carne de cañón y a que en todos lados la pasen por encima.

Triste, sobre todo, y resignada, sí. Me pregunto por qué solo los pobres hacen trámites. ¿Los ricos no se quejan de la factura de la luz? ¿Pagan los 500 pesos sin decir nada? ¿Cómo hacen un cambio de domicilio o una baja de servicio? ¿Cómo piden el cable? ¿O pagan solo para no tener que venir acá a hacer la cola? ¿Las empresas lo saben y por eso hacen lo que se les canta el orto con vos, porque total seguro pagás con tal de no clavarte seis horas ahí?

Un señor al que le faltan algunos dientes, canoso y con bigote, muy flaco, se queja a viva voz: "Nos aumentan a los pobres, a los que no podemos pagar, a nadie le importa".

Una señora gordísima le da la razón: "Hace tres días que vengo a pedir que me devuelvan 300 pesos que me cobraron mal y nadie me contesta".

"Acá hay que hacer como en las fábricas que están por cerrar y que los empleados toman el poder. Acá tenemos que echar a toda esta gente a la mierda y hacer las cosas nosotros", sugiere un cuarentón pelado, y los demás lo siguen.


"Mientras nosotros estamos acá, Cristina hace chistes y se va de viaje a Cuba". "A nadie le importa de nosotros". "Esa piba de ahí pagó 60 pesos y a mí me vinieron 640, ¿cómo es el aumento? ¿A algunos sí y a otros no?". "Mi vecina tiene aire acondicionado y se cuelga y lo pagamos nosotros. La vamos a tener que mandar en cana". "Ahora todos tienen aire acondicionado. Mi cuñada se compró uno y ahora no puede pagar". "Yo me voy a colgar". "Yo también, así después la paga otro la luz, eso es lo que buscan, si uno es honesto lo cagan".

"El pueblo siempre se calla la boca", dice bajito el señor de bigotes.

La misma gente que es totalmente incapaz de explicarle el trámite que viene a hacer a los igualmente obtusos emplados de Edesur tiene un profundo entendimiento de la realidad social, pienso. Claro, el pueblo siempre se calla, porque hay otras cosas más urgentes, como comer o conseguir trabajo y la cosa está difícil. Medio que todos nos callamo; hago mea culpa y me acuerdo de cuando perdí el laburo por no callarme. Ahora me callo, qué verüenza.

Las personas que esperan se quejan con vehemencia para sentirse menos solas. Quejarse es una manera de sentir que las cosas van a cambiar. Verbalizar un deseo es el primer paso para comenzar a cumplirlo. Salvo en este caso.

La gente se sigue agolpando en la cola de informes, pero los números no avanzan. Está lleno de mujeres jóvenes con bebés. Dos o tres por chica, en cochecitos o en brazos. No saben bién qué vienen a hacer porque no entienden lo que dice en las cartas que les llegaron y la gente de uniforme con logotipo no tiene muchas ganas de explicar tampoco, pero esperan, mientras sus hijitos hambrientos, con sueño o hinchados las pelotas gritan y chillan sin parar.

El aire acondicionado sigue intentando apaciguar los ánimos, pero es el único que parece hacer algún esfuerzo. El resto sigue impasible. Los carteles siguen mal ubicados y la información que rezan sigue igual de inentendible. El personal sigue contestando mal, prácticamente insultando a los clientes, harto, harrrrrrto de tener que aguantar todo este quilombo día tras día.

"Nos toman el pelo", "¿Por qué no nos atienden?", "Esa gente está hace como una hora ahí, vamossss, apurandoooo queridoooo, ¿te pesa el culo?", dicen las señoras más desagradables, haciéndose las cocoritas a sabiendas de que nadie las oye.

Los empleados, con parsimonia estatal pero con problemas de empresa privada, trabajan sin pausa aparente, aunque con disgusto, casi asco.

Qué laburo de mierda.

Hace casi tres horas que estoy sentada. ¿Cuánto falta? siempre que estoy esperando, pienso en la posibilidad de irme justo antes de que llamen mi número. ¡Qué osadía!

Me llaman. Le tiro el papelerío en la cara al pelado que me atiende, que cree que soy tan idiota que puedo haber venido sin leer en detalle mi notificación. Pero no, tarado, te traje todo, hasta un análisis HIV para que me des las lámparas de mierda que no entran en mi plafón.

Agarro la bolsita y salgo lo más rápido que puedo, dejando atrás a toda esa muchedumbre agonizante a la que seguramente le van a cortar la electricidad sin más, porque total, es lo mismo.

Y afuera todo sigue igual, obvio. El sol me hace transpirar y la gente se calla y camina, triste como yo.

¿Habrán hecho trámites ellos también?

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