4/28/2006
Me arreglo todos los horarios perfectamente para evitarla, no quiero cruzármela porque mi humor es frágil y esa fragilidad emocional se potencia cuando me calzo el jogging y las zapas y no quiero que me pregunte otra vez si tengo novio o que me diga "a bajar esos rollos, Elena".

Llego, subo las escaleras corriendo y la veo ahí. La imbécil de Adriana ahora va a dar todas las clases, no sólo las de pilates.

Así que ahí estoy, haciendo sentadillas sintiéndome miserable cuando viene, me toma de la cintura por atrás y me susurra "la cola se la tenés que mostrar a tu novio, mamita, metela para adentro, espaldita derecha".


Hoy a la mañana por mirar un tipo me llevé puesta una rama de un árbol que se me enredó con el pelo y no me podía soltar.

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