El código Da Vinci

8/12/2005
Bien, como ya sabrán, estoy leyendo El Código Da Vinci. Lo empecé hace unos días, y ya voy por la mitad. El tema es que no puedo adelantar nada en el transporte público, porque me da vergüenza que me vean (o sea, cedo a las presiones de la sociedad, pero a la inversa).

Aquí yo, leyendo concentradísima.

En fin, el libro está muy bien, la historia es muy entretenida, pero hasta ahora, los "indescifrables enigmas" son una boludez y los vengo sacando todos varias páginas antes de que Robert Langdon lo haga.

Mi problema es que se hace tedioso que el tipo te trate como si fueras un yanqui ignorante, al estilo de:

"Eran cartas de tarot. Robert no podía creerlo. Aquel antiguo juego de naipes de origen italiano servía para..." ¡Ya sé lo que es el tarot! ¿quién podría no saberlo? Y así te explica mil cosas boludas.

"Las Tullerías son algo así como el equivalente al central park neoyorquino". Este tipo de referencias comparando cualquier lugar con otro de estados unidos para que "la gente entienda" me saca de quicio. Sin ellas, el libro tendría 150 páginas.

No sé, le doy tres conchitas, pero pueden esperar a la película.

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