7/31/2005
Estábamos a dos cuadras de casa; ya casi. Un sábado. Invictas. Hoy no nos gritarían gorrrrrda, ni aflojá con los postres, ni haceme mumú. Nuestra alegría no podía ser mayor. La sociedad por fin nos había aceptado.

Entonces los vimos. Eran como 7. Tendrían alrededor de 19 años, buzos de colores, ni rastros de vello facial pero sí evidencia rotunda de acné adolescente.

Dos vinieron derecho hasta mí. Uno parecía el nene de regalo del cielo -si el nene de regalo del cielo hubiera elegido seguir el mismo camino que el nene de mi pobre angelito-; el otro no me acuerdo.

-Mi amigo dice que es muy feo, que nadie le quiere dar un beso

Yo no lo hubiera tocado ni con un puntero láser, pero no iba a decir nada, pobre.

-Me das un beso? eh eeeh? por favoooor? me das un beso?

En eso se acerca uno, riéndose como un infante, y con la sutileza de un tractor amarillo (que es lo que se usa ahora) dice:

-Chicos, Gran Bretaña atacó las Malvinas... vinieron los tanques.

What the fuck?! Tanto preparativo para decirme gorda?

Seguimos caminando, y viene otro. Este con muchísimos granos también, pero además sufría de enanismo.

-Chicas, mi depto está solo . Somos 5, se la bancan? Ustedes tienen cuerpo para bancarse a los 5, eeh!

En fin, todo este episodio me llevó a reflexionar bastante, que es lo que uno más necesita un domingo a la madrugada, solo y en estado de semi ebriedad.

- Un pibe le habla a una gorda cuando todo lo demás falló, lo que me lleva a pensar que estos pibes eran unos perdedores sin remedio que nunca la van a poner.
- Hay algo de la lógica de la vida que no llego a entender, porque no se por qué siempre me pasa lo mismo. ¿qué ganan con decirte gorda como si fuera un insulto? ¿sentirse superiores? ¡Si la realidad es que todos te garcharían sin problemas! ¿Es dificil admitir que le darías a una gorda?
- Me acordé de un amigo que me dijo que él sabía que las minas que están muy buenas no le darían bola, entonces le hablaba a las más feas, que nunca dicen que no.
- A esos no les diría "chupame la concha" porque ni en pedo los dejo.

En fin, volvimos a casa pero ya nada fue lo mismo.

Recordamos el rubio que, luego de hacer eye contact por media hora nos dejó solas, y cuando lo cruzamos de vuelta le dijo a una de nosotras (no sabemos a quién) "¡pará de perseguirme!". Estaba bueno, pero creo que le faltaba un diente del costado. Qué ego, corazón.

Y me sentí mal por haberle dicho que no al pibe perfectamente pasable que me dijo "Cleopatra, no podés tener unos ojos tan hermosos" porque me gustaba más el amigo, que tenía un corte de pelo tipo Puma Rodríguez.

¿Estaré condenada a darle bola al primero que me hable?

Lo peor es que me pareció que yo estaba más o menos bien vestida, que no llamaba la atención en lo más mínimo.

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