Qué día Señor, qué día

6/14/2005
Ayer fue un día maravilloso.

A la mañana, el entierro de mi bisabuela. Bóveda en el cementerio de Ezpeleta, muy macabro todo, familiares hipócritas mirando a los demás de arriba abajo. Algunos hacían que lloraban, pero en realidad pensaban en qué iban a comer al mediodía, o qué feos le quedaban los pantalones de cuero a ******* (preservamos la privacidad de los implicados).

Con mi hermano apostábamos a ver quién saludaba a más parientes llamándolos por su nombre (son como 30, todos iguales); sumando puntos por cada pariente que sabía cómo nos llamamos nosotros (extra bonus si sabía nuestra edad y/o carrera).

Vino una y le preguntó a mi tío cómo estaba; y cuando se fue, mi tío me dice "esta gente espera que uno le diga 'me separé, me va re mal', viste?". "A full, le digo yo, mueren porque les contestes 'mal, me estoy recuperando de una adicción a las drogas, mi novio me pega..."

Ahora, lo verdaderamente morboso fue la bóveda. La abrieron, se metieron todos adentro. La puerta de la bóveda tenía placas doradas con los nombres y las fotos en blanco y negro de los otros parientes que están áhí. En el interior, había un ramo de calas -de plástico, imagino, ni en pedo entraba- una cruz, y... bueno, los cajones cubiertos con mantejes de encaje.

Llovía y hacía frío.

Un comentario al margen, qué buenos estaban los pibes que cargaban el cajón ¡bien la cochería!

A la tarde, me fui a depilar. Fue horrible.

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