Por Elena "Fracaso" Paoloni
Osvaldo Bazán llega media hora tarde, sonriendo. Pide disculpas. Es que se atrasó la grabación de Tenemos que Hablar, el programa de entrevistas que conduce por TN, los domingos a las 22.
Pero esto no es lo único que mantiene a este santafesino ocupado. Hace pocas semanas se embarcó en un proyecto diario en canal 13.
- Dijiste que no te gustaba la TV abierta, pero ahora estás haciendo Mañanas Informales (con Jorge Guinzburg, de lunes a viernes de 9 a 12).
- No es lo que más me gusta, pero yo soy periodista y mi trabajo es hacer periodismo. Igual debo decir que la paso muy bien con Guinzburg, mucho mejor de lo que pensé. No es el medio en el que mejor me muevo. Pese a eso, por la tele me compré el auto y el aire acondicionado de mi casa.
Lo que verdaderamente le gusta a Bazán es escribir, dice, cosa que paradójicamente desde que está en Buenos Aires no ha hecho.
- A mí por ejemplo no me importa nada la ropa; y entonces mi imagen ha sido siempre informal, porque yo no sé hacer el nudo de la corbata. Eso ha funcionado, y ahora hay una señora que se dedica a que yo tenga ropa de colores porque parece que es lo mío. Y cuando empecé el programa de TN por ejemplo, que sí es mucho más personal, y soy yo, hubo alguien que pensó qué ropa me tenía que poner.
En la tele sos siempre un personaje así no quieras, y es muy difícil correrse del personaje en el que los demás te ponen, y manejar la imagen pública.
-¿Y cuál es esa imagen, en tu caso?
- Es raro, porque yo estoy ubicado en un lugar en el que nunca pensé que iba a estar, que es el de gay conocido. Fue muy difícil manejar el hecho de que sí, soy gay, pero ojo, no soy solamente gay. Y esa es una negociación constante y diaria con el medio.
Yo sé que no me llaman por ser gay, o en todo caso no es por lo único por lo que me llaman, pero tampoco me hago el ingenuo: cuando me llaman para trabajar también saben que soy gay. Yo me hago cargo de eso, me interesa que sea público porque efectivamente es así, porque sin ser militante, quiero que quede claro.
Nadie me eligió como vocero de nada, no me siento vocero de nadie excepto de mi mismo, pero hay un estereotipo tan fuerte y tan negativo con respecto a la vida gay, que la sola presencia de alguien que no cumple con ese estereotipo a mí ya me parece importante, me tranquiliza.
- ¿Qué opinás de la gente que dice “de mi vida privada no hablo”?
- Está bien. Uno, decía mi abuela, es dueño de sus silencios y esclavo de sus palabras. Y yo soy esclavo del celular...
“Un segundo”, dice, y contesta. Son sus productores que llaman para organizar una reunión más tarde, en este mismo bar. Después, retoma el hilo de la conversación sin esfuerzo.
Dice que la tele es un negocio privatizado, que son varias empresas que tienen sus propios intereses, algunos más sucios que otros; y que no está cumpliendo ninguna función que no sea comercial. Son empresas que tienen la posibilidad de llegar a mucha gente.
- De todas maneras, la televisión es el mejor espejo de un país, y a la vez su mejor generador. Se deben mutuamente.
Hay cosas que sí me gustan, hay un desacartonamiento que no está mal. Y me gusta, por ejemplo, lo que estoy haciendo yo. Es un placer enorme, enorme. Hoy cuando abría el programa decía “me gustaría no ser agnóstico para poder agradecerle a alguien”. Me gusta mezclar gente mas conocida con gente menos conocida, el canal me acepta incorporar gente poco conocida, cosa que es un milagro en la tele de hoy. La fama es un ingrediente de alguien pero no es el principal.
Todavía en Santa Fe, Bazán hacía radio. Su programa se llamaba “El gatillo de la luna”, por una poesía de Raúl González Tuñón que dice: “Subiré al cielo, le pondré gatillo a la luna y desde arriba fusilaré al mundo, suavemente, para que esto cambie de una vez”.
- Iba de 0 a 6 de la mañana. Fue el programa más escuchado de Rosario en la década de ‘90 Pero como el país es unitario, cuando vine acá tuve que empezar todo de nuevo, y nadie sabe acá que puedo hacer radio, y nadie pregunta y las veces que me ofrecieron hacer radio era gratis así que no quise”.
- Hace poco se cumplieron dos años del gobierno de Kirchner. En su momento dijiste que lo apoyabas. ¿Seguís pensando lo mismo?
- Sí. Yo no soy peronista, nunca lo fui y espero nunca serlo. Sin embargo me parece que es el mejor gobierno posible en estas condiciones. La gente no eligió otra cosa. La gente no eligió una gran revolución de izquierda; no eligió no pagarle al Fondo Monetario Internacional. Que no esté el discurso menemista continuado por la Alianza para mí es importante. Quizás es sólo un cambio de discurso, pero creo que el cambio de discurso finalmente marca un cambio en el contenido de ese discurso. Con todo lo que no me gusta del gobierno, es el que más me ha gustado de todos los que hemos tenido desde que yo me acuerdo. Nunca estuve tan cerca de un gobierno como de este; y eso que de este gobierno yo estoy lejísimos.
- ¿Lo votaste?
- No.
- Pero sí lo hubieras votado en el ballotage.
- No, creo que hubiera votado en blanco.
Termina el café y se despide con un abrazo. Los productores ya lo están esperando en otra mesa.
- Tirame un título, Osvaldo.
- No querida, ese es tu trabajo.
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