Correte, plis, me tapás la pantalla.

3/11/2005
Seguramente todos uds habrán visto películas en alguna cursada. Además de tener que estar sentado incómodo en un banco duro por un par de horas, muchas veces uno se enfrenta a situaciones que lo ponen frente a frente con lo más crudo de la condición humana.
Nunca sintió uno un odio más puro que el que lo sofoca ahora, mientras imagina innumerables torturas y murmuramos cáusticos insultos hacia el imbécil que le tapa un cacho de televisor.
¿Cómo alguien puede ser tan desubicado de sentarse justo en frente de la pantalla? Piensa, sin comprender el instinto básico de cagarse en los demás.

El maleducado encima se da el lujo de estirar los hombros y mover el cuello, come, toma gaseosa, va al baño, desarrolla una ficción paralela a la que no se puede dejar de prestar atención. Todos ven si hace migas, si se rasca el culo, si bosteza.

Resulta imposible concentrarse en la película con esa sombra negra que recorta la imagen. Pasan los minutos y el pánfilo, ajeno a la molestia que crea, disfruta mientras uno agoniza y fantasea con un sinfín de frases brutales para despertarlo de su realidad individual y hacerle ver que hay otra gente sentada más atrás, que también tendría ganas de leer los putos subtítulos.

Sin embargo, muy rara vez alguien efectivamente dice algo, y finalmente las luces se encienden y todos se van.

¿A dónde va mi odio cuando termina la película?

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