Una cuestión filosófica

9/30/2009
El otro día, tempranísimo, caminaba hacia la parada del colectivo. Cagada de frío y con una mochila que pesa al menos 17 kilos en la espalda.

Y lo ví pasar. El mío, el que me lleva todos los días a la oficina. Estaba a pocos metros de él, pero los suficientes como para tener que correr si quería alcanzarlo.

No supe qué hacer.

- Si corría, quiere decir que vivo presionada por el ritmo frenético que nos impone esta economía capitalista, en la que todo parece ser una carrera por llegar a más metas, más rápido. Correr es aceptar la ridícula centralización de las fuentes de trabajo, lo que nos obliga a realizar travesías larguísimas que requieren que nos levantemos 3 horas antes de entrar a trabajar. Correr es elegir subirse al sistema sin cuestionarlo y hacer lo que sea por ganar tiempo... para producir más y seguir enriqueciendo a los que más tienen, que no se levantan temprano ni mucho menos corren el colectivo porque van en auto.

- Si no corría, quiere decir que soy una cómoda que no se esfuerza, a la que le da todo lo mismo. Implica una escasa responsabilidad frente a las obligaciones, frente al trabajo y a las tareas que realizo cada día. No correr es dejar que la vagancia de la vida sedentaria, llena de comodidades posmodernas, se acumule como grasa alrededor de nuestras cinturas. No correr significa desidia, apatía, el típico "es lo mismo" que nos convierte en generadores de nuestro propio malestar como sociedad.

Así que me quedé ahí pensando y llegué tarde, por supuesto, como cualquier comunicadora social que teoriza todo y nunca hace nada.

Y vos, ¿corrés o no corrés tu colectivo?

0 comentarios: