11/12/2007
Sin duda uno de los momentos más emocionantes en cualquier fiesta de 15 es cuando llega la comida. Al menos en el salón donde trabajo como fotógrafa, es todo un acontecimiento.

Por ejemplo, son las tres de la mañana y los invitados están sentados alrededor de las mesas coronadas con velas o flores de plástico, o algún muñeco lleno de brillantina. Ya comieron saladitos, matambre o arrollado, y se tomaron ocho jarras de coca. Pero no se llenan. Saben que lo mejor está por venir.

Se apagan las luces.

Música de 2001 Odisea del espacio.

Se abren las puertas de la cocina, y hace su entrada triunfal la vedette de la noche: una gigantesca pata de ternera que descansa sobre un carrito.

El camarero la pasea cual bebé nuevo por el salón, para que los comensales puedan admirarla. Su compañero la rocía con whisky y la pata arde en llamas, majestuosa.

Llega al centro del recinto. La gente aúlla. La música suena fuerte. El fuego envuelve a la pata que los mozos hacen girar en el carrito. Aplausos.

Se enciencen las luces. La quinceañera se acerca, con su vestido de raso salmón o verde agua, sonríe al lado del carrito y click, hacemos la foto.

:: Próximas entregas
- El árbol de la vida
- El helado y la novena sinfonía
- Los videos cancheros de quince

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